Por Virgilio López Azuán
La pasada convención del Partido Revolucionario
Dominicano–PRD-, trajo al tapete las palabras que una vez pronunciara el
extinto líder del Partido Reformista Social Cristiano- PRSC-, Dr. Joaquín
Balaguer Ricardo, cuando se refería a las luchas intestinas del partido de
“Jacho Prendío”, a la “confrontación permanente”. Deprimentes escenas de
violencia e irrespeto a la democracia fue lo que regalaron al país este domingo
20 de julio del 2014 los militantes de las facciones del Presidente del Partido
Ing. Miguel Vargas Maldonado y los del Dr. Guido Gómez Mazara.
Decenas de mesas instaladas en varios municipios del
país fueron asaltadas, rotas las boletas y lanzadas a la basura. Hubo personas
heridas de balas, de trompadas y de machetazos. Eso nunca tendrá sentido en la
práctica democrática de los pueblos.
Es lamentable que este partido con tanta trayectoria
en la conformación de la democracia en la República Dominicana, siga dando
estos espectáculos de horror y falta de madurez política, a pesar de sus 75
años de fundación.
Así ha sido el PRD, con luces y muchas sombras;
diatribas, divisiones, traiciones, transfuguismo, violencia y desaciertos
gubernamentales. Un presidente preso y otro víctima del suicidio; fugas de líderes
por corrupción, decepciones a la militancia y la eterna vocación de ser
oposición. Sin embargo, las ciencias sociales a veces no pueden explicar de
manera concreta, que no sean opiniones de fruición de apasionados analistas, el
por qué ese partido ha sido capaz de generar una cultura de adhesión de una
gran cantidad de dominicanos, que a pesar de todo, ha mantenido una
impresionante militancia, expresada en las calles en tiempos de caravanas y en
las urnas electorales.
Parece que ahora el problema se ha profundizado de una
forma casi irreparable en los próximos años. La decisión del grupo del Ing.
Hipólito Mejía Domínguez y sus seguidores de comprar la franquicia de la
Alianza Social Dominicana, -ASD-, para formar la nueva agrupación política
llamada Partido Revolucionario Mayoritario –PRM-,como una estrategia para
contrarrestar las embestidas del litoral de Ing. Miguel Vargas Maldonado. Esto indica el grado de deterioro ético-moral
de ciertos líderes políticos dominicanos, los cuales desdicen de la vocación
democrática de una nación que en muchas ocasiones ha sabido ceñirse de gloria
defendiendo sus procesos democráticos.
La división del PRD es una realidad, muchos militantes
que en sus venas bulle la historia de su partido y que han forjado su identidad
política con la bandera blanca y el jacho prendío se encuentran desconcertados
y a veces comentan de forma negativa sobre las acciones de sus dirigentes.
Hombres y mujeres humildes del pueblo dominicano han visto morir sus
esperanzas, han lamentado haber perdido el tiempo en esa organización política.
El tiempo en la oposición “Jalando aire”, con pocas alternativas tiene a los
perredeístas desesperados y en ese contexto han decidido formar parte de otras
organizaciones.
El resultado de la XXX convención del PRD donde salió
electo una vez más el Ing. Miguel Vargas Maldonado con más de un 87% ha dejado
al descubierto una vez más la degradación democrática y política de esos
grupos.
La sociedad dominicana sensata observa estos hechos de
violencia y los deplora. Urge que en la República Dominicana se apruebe la Ley
de los Partidos Políticos para mejorar esos procedimientos en la administración
de las convenciones políticas.
El PRD ha sido un partido de confrontaciones, desde su
arribo al país después de la caída de la dictadura de Trujillo, desde los
tiempos de la “desgarrapatización” del buey, de la salida del profesor Juan
Bosch, de las luchas entre Jorge Blanco y Jacobo Majgluta, de los
enfrentamiento en el congreso, de las batallas frontales entre Hipólito Mejía y
Miguel Vargas Maldonado y ahora con Guido Gómez Mazara.
El PRD es el partido más viejo del espectro político
nacional, pero es el que menos ha gobernado, entre ellos existe una lucha
política legítima que se convierte en una guerra fratricida intolerable.
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