17 septiembre 2011

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la INCLUSIÓN EN EL ESPACIO ESCOLAR.

ImageAutor: Virgilio López Azuán
Candidato a Ph. D. en Educación Universidad de Murcia, España


El fenómeno migratorio desde Haití a la República Dominicana supone retos importantes para ambas naciones en sus relaciones diplomáticas, en sus políticas migratorias y en los modelos de convivencia. Las actitudes etnocéntricas o de corte racista que es apreciable en la cultura dominicana encuentra en los espacios escolares un punto de inicio para superar taras en el pensamiento social que han sido inculcadas por sectores dominantes, portadores de ideologías conservadoras y excluyentes.
La inclusión no solo tiene las características de la integración, va más allá en sus principios y acciones. No es un formalismo estatuido en leyes y reglamentos, sino un impulso social capaz de redimensionar la dignidad y los valores humanos. No es “una dádiva bajo ninguna forma de despotismo ilustrado, sino un proceso que, perisciamente por valores democráticos y principios de participación e implicación activa de los sujetos, requiere redes sociales, tejidos de apoyo y las sinergias de muchos agentes para hacerlo  efectivo”. (Escudero, J. M., 2005)
  
Las leyes y los reglamentos resultan ser muy generales y generalizantes, se diluye en la Ley de educación dominicana los derechos de los inmigrantes, más aún cuando la Constitución de la República a todas luces es excluyente en ese sentido, aunque en la práctica la aplicabilidad de la carta constitucional dominicana, es flexible, porque muchos sectores se hacen de “la vista gorda”. Es que el problema migratorio de Haití, como el de otras naciones, rebosa los linderos de lo intolerable para estos seres humanos están presionados por su condición de pobreza extrema.  El control en la frontera de los procesos migratorios es insostenible, va desde la simple extorsión a las autoridades hasta el encubrimiento en esferas más altas del poder. Eso se ha constituido en un negocio lucrativo para sectores que han hecho fortunas casi siempre vulnerando la dignidad humana. El Estado dominicano en ciertas ocasiones se ha mostrado incapaz de manejar esa situación y ha solicitado ayuda internacional para tales propósitos. Las políticas migratorias de la República Dominicana, en cuanto a su aplicabilidad están siempre cuestionadas en los medios de opinión pues no responden a las necesidades reales. Algunas veces han sido manipuladas y en tiempos de campañas electorales se han verificado deportaciones masivas de nacionales haitianos, solo por suponer que, dotados de cédulas de identidad y electoral, puedan votar por un candidato específico, como pasó en varias ocasiones cuando en ciertos sectores políticos  se temía que haitianos votaran en favor del candidato del Partido Revolucionario Dominicana, el extinto José Francisco Peña Gómez, ya que este tenía origen haitiano y había sido víctima de discriminaciones por la condición de tener la piel color negro.
  
Varios retos debe superar la inclusión en las escuelas dominicana, empezando por los cambios en los patrones del pensamiento etnocentrista que está entronizado en la cultura, la introducción de políticas que promuevan y conminen a la gestión con carácter inclusivo, la supervisión y valoración de las prácticas de inclusión mediante el reconocimiento de los mismos, el apoyo presupuestario para la capacitación y la utilización de recursos pedagógicos propios del área.
  
Cuando se piensa en la inclusión escolar en la República Dominicana, el primer referente es el acceso a los centros educativos de todos los niños y niñas en edad escolar, en consonancia con los Objetivos del Milenio. Se piensa en el porcentaje de dominicanos que se queda fuera de la escuela, en la cantidad de aulas que son necesarias para albergar a esos estudiantes, en la inversión presupuestaria que esto supone. Para el año 2012, el presupuesto en el área educativa llega al 3.0% del PIB, siendo uno de los más bajos de Latinoamérica, pero mejor que el presupuesto del 2011 que no supera el 2.5 del PIB. Con esta inversión tan baja las prácticas de inclusión, vista desde el prisma del derecho al acceso a la educación ya presenta dificultades.
  
Ahora bien, esto es sin pensar en los miles de estudiantes de origen haitiano que no se consignan en estos cálculos.  Pero más vamos más allá, en la importante cantidad de estudiantes dominicanos con ilimitaciones físicas y psicológicas que necesitan de un tipo de educación de carácter inclusivo, que atienda a su diversidad. Más aún, la cantidad de niños y niñas haitianos que con estas mismas condiciones que están fuera del pensamiento político, escolar y hasta humano.
  
La educación con carácter inclusivo en la República Dominicana presenta grandes retos en la preparación del profesorado para atender a las diversidades: a la cultural, psicológica, física; a esa diversidad que genera la pobreza y que es causa importante, como otras, de la exclusión, el rechazo escolar.

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