efluvismo@hotmail.com
Los Escritores Ismael Díaz Melo, Orlando Alcántara y Virgilio López Azuán
UN PUEBLO, UNA FAMILIA, UNA INSTITUCIÓN.
(Discurso pronunciado
por Ismael Díaz Melo el 16 de septiembre del 2011, en la inauguración del
Centro Cultural Perelló, Escondido, Baní, República Dominicana)
Saludos. Excelentísimo
señor presidente Dr. Leonel Fernández Reyna; su eminencia monseñor Freddy
Bretón, obispo de la Diócesis de Baní; honorable señor alcalde de Baní, Nelson
Camilo Landestoy; honorable señora gobernadora provincial Doña Nelly Melo de
Guerrero, distinguido y apreciados miembros de la familia Perelló, distinguidos
y apreciados invitados, es muy placentero saludarlos.
Aprovecho el motivo que
nos convoca para conversar con ustedes acerca de un pueblo, de una familia y de
una institución.
EL PUEBLO
Empezaré hablando del
pueblo, sospecho que ya ustedes adivinan cual es. Para ello quiero citar a uno
de los poetas mayores de nuestra literatura, Héctor Inchaustegui Cabral, tan
banilejo como el cucurucho de Peravia, cuando escribe: “Nadie nace impunemente en un lugar cualquiera… ese lugar lo marcará
para siempre”. Baní es un pedacito de patria, de apenas setecientos noventa
y dos kilómetros cuadrados, ubicado entre el Ocoa y el Nizao, entre el Caribe y
la Cordillera, entre el desafío y la esperanza. Tiene llanuras costeras y
cantos de chuines, montañas y sarandunga. Tiene pasión y dunas. Sal y café. Mangos,
guayacanes y guanos acampan en sus recuerdos. Dulces y arepas nos hablan de
mágicos fogones. Su biodiversidad es impresionantemente rica para un territorio
tan breve. Sus zonas de vida van desde el árido desierto hasta el bosque
nublado. Posee cinco áreas protegidas y ciento ochenta y nueve mil trescientos
sesenta y dos almas por proteger. Su historia es igualmente rica. Sus aportes a
la independencia nacional son
inconmensurables. Sus literatos, sus músicos y sus periodistas forman parte de
las antologías dominicanas. Baní es un pueblo de emprendedores. Aquí se
construyeron las primeras regolas del país. Aquí sus comunidades han construido
mancomunadamente su presente. Aquí empezó el procesamiento del café.
Los banilejos,
fenicios caribeños, han colonizado el país. Fundaron Ocoa y Sabana Grande de
Palenque. Redefinieron a Yaguate y a Las Matas de Farfán. Son una referencia
ineludible en las historias de Barahona, San Pedro, San Francisco, Santiago,
Moca, Santo Domingo y casi todo el país. Y también allende los mares, donde
nuestra diáspora ha llegado, se han mostrado con orgullo los rasgos definitorios
de la banilejidad, entre estos: el amor al trabajo, la honestidad, la
solidaridad y su obsesión por la limpieza. Baní es la cuna del más grande internacionalista
dominicano, un soldado con alma de poeta, el generalísimo Máximo Gómez, un
orgullo que se reboza del pecho. Y goza de la protección de una patrona amorosa.
“Virgen de Regla que linda eres, échanos
madre tu bendición”.
LA FAMILIA
La familia, que
ustedes también saben a cual hago referencia, tiene sus raíces en este pueblo
de Baní. Para hablar de ella quiero citarles una frase de Don Rafael Herrera
Cabral que nos ponga a tono con su perfil: “De
la única vanidad de la que no he querido curarme es la de presumir que soy
banilejo”. Los Perelló, pese a sus evidentes éxitos empresariales han
conservado la sencillez de la gente pueblerina. Para hablar de sus raíces, lo
cual explicará sus motivaciones para donar a su pueblo esta necesaria obra que
hoy inauguramos, y conociendo su humildad quiero pedir indulgencias a todos los
Perelló aquí presentes para reseñar rasgos de su genealogía.
Esta familia tiene
sus raíces en Toulouse, Francia, de allí pasan a poseer el vizcondado de
Perelló, en el principado de Cataluña,
donde adoptan el apellido. Una rama de la familia se asienta en las islas
baleares, donde permanecieron por siglos. A partir de 1715, tras la conquista
castellana de las baleares, los catalanes son sometidos a vejámenes y
represalias que provocan la emigración de algunos de sus ciudadanos hacia
América.
En ese contexto llegá
a Santo Domingo el médico Juan Crisóstomo Perelló Ramón, natural de Ibiza, Baleares.
Casa con María Hernández Báez Arambule, de ascendencia banileja, por cuyos
vínculos llega al valle de Baní. Este primer Perelló muere en 1781. Esta familia
tiene más de dos siglos de presencia en el valle de Baní. Entre los hijos de
este matrimonio esta Gregorio Perelló Hernández, casado con Antera Josefa Andújar de Soto, miembro de la élite banileja. Era hija del notable Don Juan
Pablo Andújar, ligada a la rica familia De Soto, De esta unión nacen Lorenzo
Justiniano, que emigra a Santiago de los Caballeros, y Manuel de Jesús Perelló
Andújar, el General, héroe de la
independencia y de la restauración. Fue Comandante de Armas de Baní y uno de
los principales auspiciadores del desarrollo banilejo en el siglo XIX. Estuvo
involucrado en la construcción de la iglesia y el cementerio. Su esposa fue
María de Regla Echavarría, de los cultos y heroicos Echavarría Vilaseca. De
este matrimonio desciende Don Manuel
María Perelló Echavarría, alcalde constitucional y síndico de Baní,
quien procrea con Pilar Báez Guerrero, nieta del héroe independentista general Juan Pablo Guerrero, a Don Manuel de
Jesús Perelló Báez, el eterno Don Mazú de los banilejos.
A todas esas
prestigiosas estirpes de los Perelló se unen las de Doña Diana Abreu Miniño,
esposa de Don Mazú, entre estos la de los Miniño, de médicos y músicos prominentes, y la de los
Billini, una de las familias que más ha querido a Baní.
Con ese pedigree
es fácil entender cuáles eran los vínculos entrañables que unieron a Don Manuel
de Jesús Perelló Báez con el pueblito de sus nostalgias. Un sitio del que
emocionalmente nunca salió. La valoración que tenemos los banilejos de la
familia Perelló se resume en tres sentimientos: admiración, respeto y gratitud.
LA INSTITUCION
Conociendo algo de
Baní y un poquito de los Perelló, es el momento de hablar de la institución. (Ya
sé que también lo adivinaron). Es el Centro Cultural Perelló. Un lugar
concebido para fomentar lo mejor del ser humano en los campos de las artes, la
educación y la ecología.
Ha sido pensado
para implementar el novedoso concepto de cultura para el desarrollo y pretende
convertirse en el lugar que preserve, exponga y fortalezca todos esos valores
de Baní. Un sitio que nos permita mostrarnos al mundo y que el mundo se muestre
ante nosotros. Tendremos, en primera instancia una dimensión provincial, pero aspiramos
a tener un alcance regional. Haremos los mejores esfuerzos para hacer de esta
una institución sólida, plural y perenne.
Quiero hacerles una confesión:
cada vez que penetro a la mediateca de este centro cultural, donde albergaremos
todo el acervo bibliográfico y documental de Baní, pienso en ese banilejo
extraordinario que fue Don Manuel de Jesús Perelló Báez. Lo siento risueño,
alegre, satisfecho, compartiendo con los dioses tutelares de la cultura banileja. Lo imagino como aquel
jovencito que se inició en las lides del
comercio con una pequeña bodeguita, La Perla, en los años veinte del siglo
pasado, frente al parque, mirando los laureles que sembró Goyito Billini; o lo
imagino leyendo toda la literatura que cayera en sus manos, incluyendo hasta
diccionarios. Lo imagino anhelando una biblioteca para su pueblo. Hoy, el
espíritu de Don Mazucito, debe sentirse regocijado. Sus hijos, sus nietos y sus
biznietos han convertido en realidad sus sueños. No solo han construido la
biblioteca que él soñó, le han dado al país un espacio para la cultura que es
lo mismo que decir un templo para la esperanza.
Para ilustrar que tan
importante puede ser este lugar, quiero valerme del poeta Federico García
Lorca, universal y andaluz, quien en un discurso que pronunció a propósito de
la inauguración de una biblioteca, hace referencia a las penurias que sufrió
Fedor Dostoyevsky, prisionero en la Siberia “alejado
del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve
infinita; pedía socorro en carta a su lejana familia, solo decía: ’! Enviadme libros, libros, muchos libros para
que mi alma no muera’
Tenía frio y no pedía fuego, tenía terrible sed y no
pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir
la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica,
natural, de un cuerpo por hambre, sed o frio, dura poco, muy poco, pero la
agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”.
Muchas gracias por su
amable atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario