13 julio 2009

Antiguo Neyba



Por: Abraham Méndez Vargas

Dedico este trabajo a la señora
Vicdali Melgen Pérez,
escritora joven de Neiba.


La raza humana es una especie de yerba que se produce y reproduce en cualquier terreno, pero que también tiene la facultad de ser y pensar y conquistar mejores formas de vida, como una rosa que sueña con las estrellas mientras expande su perfume sobre el pantano del averno.

Como seres humanos que somos, los neibanos somos grandes cultivadores de la esperanza, porque a través de la historia hemos sido un pueblo trágico si contamos las muchas veces que las hordas haitianas en retiradas lo incendiaron, y siempre hemos tenido que resurgir de las cenizas como ave Fénix.

En su libro Antiguallas de Neyba, la extinta profesora e ilustre neibana Elixiva María Vásquez de Díaz, bajo el título de Creación de la Provincia , nos dice, entre otras cosas, lo siguiente:

“No hemos considerado necesario para la finalidad de estos relatos, insertar en forma pormenorizada la serie de acontecimientos que determinaron la accidentada trayectoria de Neyba, tanto en su desarrollo físico como político, desde sus remotos orígenes como aldea incipiente de la raza primitiva. Sólo nos limitaremos a señalar algunas alternativas, que nos permitan vislumbrar, que su reconocida pobreza por la escasez de recursos naturales, fue multiplicada por su notoria inestabilidad política.

“Desaparecidos los primeros cimientos por la extinción de sus fundadores, son ocupados sus predios por españoles que los hacen hatos de crianza, a la par que levantan en el mismo lugar su caserío.

“En el año 1606 aproximadamente, ocurrían las despoblaciones de la Banda Norte repercutiendo en estas regiones, que acusadas también de contrabandistas, fueron victimas del desalojo. Neyba fue destruido por órdenes del Gobernador Osorio, quien a su vez obedecía a los mandatos de la corona en los asientos del Norte. Parte de sus habitantes emigraron a Cuba, parte fueron trasladados a la villa de Buenaventura en la ruta del Cibao y los restantes se internaron en los montes.

“Hacia el siglo XVIII, se dispone la repoblación de la colonia creando nuevas villas y entre ella fue fundado nuevamente Neyba en el año 1735; afluyendo allí por segunda vez numerosas familias españolas atraídas por la abundancia de ganado que había quedado disperso. Esta nueva situación tuvo algún adelanto en cuanto a organización, distribución y mejor ubicación de las viviendas. Algún tiempo más tarde, Neyba fue erigido Parroquia como dependencia del Partido de Azua” (Elixiva, paginas 293-294).

No se trató, en modo alguno que los antiguos neibanos fueron “victimas del desalojo”, ni de una “serie de acontecimientos” que ningún historiador pueda obviar o que los pueda considerar como innecesario, cuando se trata de legar a un pueblo tales antiguallas, término éste que el Diccionario de la Real Academia Española, edición del año 2001, tomo 1, define de la siguiente manera: “antigualla. (De antiguo, a imit. del it. anticaglia). f. Obra u objeto de arte de antigüedad remota. // 2. Noticia o relación de sucesores muy antiguos. U.m. en pl. // 3. Uso o estilo antiguo. U.m. en pl. // 4. despect. Mueble, traje, adorno o cosa semejante que ya no está. en moda”.

En efecto, es obvio, naturalmente, que en tiempos antiguos, en el pasado remoto de Neiba lo que aconteció fue la destrucción del antiguo pueblo de Neiba. Lo que viene después es otra historia sobre un territorio donde no quedó piedra sobre piedra; por lo tanto, creo incorrecto el criterio de Elixiva María Vásquez en sus Antiguallas de Neyba, en el sentido de que fue “atraídas por la abundancia de ganado que había quedado disperso” que “numerosas “familias españolas” “fundaron nuevamente Neyba en el año 1735” .

Emilio Rodríguez Demorizi, en un ensayo titulado AL MARGEN DE LA OBRA DEL DR. PRICE MARS, publicado en Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822, Academia Dominicana de la Historia , Vol. I, Editora del Caribe, 1955, nos enseña, entre otras cosas harto importantes, lo siguiente:

“En la formación del pueblo dominicano entraron, en distintas épocas, las inmigraciones Canarias que constituyeron núcleos blancos puros cerrados al mestizaje, durante más de un siglo, como en Baní, San Carlos, Monte Cristo y Sabana de la Mar ”; que “hacia 1650, en que se establecieran en la parte occidental de la Isla , desnuda de todo vestigio de la comunidad indígena y de la civilización española, arrasada por Osorio en 1605 y 1606” , y que, “hasta ayer pudo creerse que hubo contacto entre los incursotes de 1650 y la supuesta población de la parte occidental de la Isla , de entonces, pero los copiosos documentos descubiertos en el Archivo de Indias por el Dr. Américo Lugo y por Fr. C. de Utrera –publicados en nuestra obra Relaciones históricas de Santo Domingo, Vol. II – demuestran que al realizarse las devastaciones de la región noroeste de la Isla , no quedó piedra sobre piedra, ni un alma humana, ni un solo vestigio de las construcciones españolas de la época”, y tampoco quedó “piedra sobre piedra” luego de la despoblación ordenada por Osorio “en el término de Azua, donde dicen Neiba, y su ribera”.

Al término de Azua, ¿Qué era “donde dicen Neiba, y su ribera? Pues bien, nos cuenta M. L. Moreau de Saint-Mery, en su DESCRIPCION DE LA PARTE ESPAÑOLA DE SANTO DOMINGO, que “el río de Neiba separa la llanura de Neiba de la de Azua, que tiene al norte una cadena de montañas”; que “del lado este de la mismas montañas del Bahoruco, dirigiéndose hacia la bahía de Neiba, hay una segunda llanura, cuya longitud de norte a sur, es según se ha estimado, de 15 leguas, por un ancho que varía desde dos hasta seis leguas, a causa de los ramales de la parte montañosa. Esta segunda llanura, que se dirige a lo largo del río de Neiba, va a reunirse a la llanura de Neiba”, y que “la llanura de Neiba, cuyas dimensiones barrían, limitada al este por el río de su nombre y al oeste por la laguna de Enriquillo y por las montañas que se dirigen hacia Mirebalais, tiene, desde el río de su nombre hasta las fuentes del Pedernales, proximadamente 12 leguas de este a oeste, por 9 leguas de norte a sur, aunque en algunas partes sólo tiene tres” (páginas 80-81, Saint-Mery); es obvio, en consecuencia, que el antiguo Neiba, comprendía en su conjunto las provincias de Barahona, Pedernales, Baoruco e Independencia, matizado por siguiente círculo: río Neiba (hoy Yaque del Sur), hasta las fuentes de aguas de Pedernales, la bahía de Neiba en Caona, la sierra de Baoruco, y Jimaní.

Otra interrogante que se cae de la mata, ¿en qué consistieron entonces “la serie de acontecimientos que determinaron la accidentada trayectoria de Neyba”, que no son “considerado necesario” a la hora de mostrar a las nuevas generaciones el Neiba de los tiempos antiguos? Es mass: la repoblación de Neiba fue un hecho político que, en el fondo, vino a cubrir el error político que constituyo la despoblación.

Manuel Arturo Peña Batle, en su ensayo sobre LAS DEVASTACIONES DE 1605 y 1606, dice lo siguiente:

“El 6 de agosto de 1603 Felipe III dictó una cédula y provisión, fechada en Valladolid, para conferir al Gobernador y Capitán General de la isla Española y Presidente de la Real Audiencia en la misma, don Antonio Osorio y al Reverendísimo en Cristo Padre Arzobispo de Santo Domingo de dicha isla, fray Agustín Dávila y Padilla, de despoblar La Yaguana , Puerto de Plata y Bayahá , “por los rescates, tratos y contratos que sus vecinos tienen con los enemigos, y seguirse de esos muchos y muy grandes inconvenientes, y para que esa población pasase de cerca de esa dicha ciudad, donde nos los pueden tener, como más largamente en ella se contiene”.

“ La Real Orden dispuso que esa despoblación y mudanza consiguiente de los habitantes a los alrededores de la Ciudad de Santo Domingo, debería realizarse con la mayor suavidad, comodidad, brevedad, e seguridad que se pudiere; así como que si algunas dificultades de mucha consideración se os ofrecieren en la ejecución de esto, y otros medios más útiles, convenientes y a propósito para que se pueda conseguir lo que se pretende, me daréis cuenta de ello con brevedad y puntualidad”1.

Luego de realizada la “despoblación de los hatos y bohíos de Neiba”, Villafañe ordenó a Manuel Cárdenas quemar todos los bohíos de los hatos de la ribera de Neiba, y nos cuenta Américo Lugo, en su HISTORIA DE SANTO DOMINGO, lo siguiente:

“Fue, pues, el soldado e improvisado escribano Manuel de Cárdenas a la ribera de Neiba, término y jurisdicción de la villa de Azua, y del 28 de Agosto al 3 de septiembre siguiente quemó los bohíos, corrales y chiqueros de diez hatos (supra 387, sólo figuran nueve), a saber: Pesquería de Pedro Salvador, alcalde ordinario de la villa de Azua; Cristóbal de la Sal ; el de Antonio Luís, que estaba cerca del anterior; Buenavista; el Asiento, de Pedro Romero de Estepa. Capitanejo, La Estrella cuyo dueño también era alcalde ordinario; Sabanetas y Otra Banda. Fueron testigos Tomás Álvarez y Miguel Muñoz, y Cárdenas “fizo escribir” el testimonio de sus propios hechos. (447)” (Lugo, página 195, 1952).

Es decir, que el antiguo Neiba an, al igual que la antigua Grecia que incluía a Esparta lo mismo que a España entre muchas otras naciones, era un concepto, tenía una vastedad territorial que iba más allá del pequeño territorio que hoy ocupa, como común cabecera de la provincia de Bahoruco, pero, en todo caso, al escribir la historia del antiguo Neiba, nuestros historiadores no deben continuar cometiendo el extrañismo de abarcar como propia la heroicidad que comparte con Santa Cruz Barahona, antiguo Caona –término indígena que significa oro- y otros pueblos sur sur que tuvieron a Santa Cruz de Neiba actual como epicentro de lucha por su cercanía fronteriza o posición estratégica, y donde se juntaban para dar las gloriosas batallas que libraron contra los haitianos, porque estas poblaciones, también fueron fundadas por los mismos Canarios. El Neiba fundado en el año de 1735, sobre las cenizas del antiguo Neiba, sobre la “patria chica” del hombre y la mujer neibana, es otra historia, de la misma manera que en términos territorial Grecia es hoy una nación de menos territorio que la antigua Grecia.

Pero, ¿Quiénes son las islas canarias? ¿Por qué nuestro Ayuntamiento no contrata un historiador a fin de que visite las islas Canarias, que debido a su importancia estratégicas, las islas fueron objeto de numerosas expediciones piratitas y bélicas; entre otras, la de Nelson en 1797, que fracasó ante Santa Cruz de Tenerife, y que los antiguos romanos y fenicios llamaban las islas Afortunadas, para que investiguen todo lo relativo a aquellas familias que fundaron nuevamente Neiba en el año de 1735?

Es decir, que el valor espartano que Armandito Sosa Leyba le atribuye a muchos de nuestros independentistas y restauradores del sur sur, fue a causa de que los neyberos son los hijos de aquel pueblo isleño, agricultor en medio de las cuasi áridas tierras y ricas de aguas subterráneas, pero sobre todo, por obra del azar, de inmigrantes.

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