20 agosto 2014

Violencia verbal en la radio interactiva dominicana.





Por Virgilio López Azuán

Uno de los flagelos que acogota a la sociedad dominicana es la violencia. Y todos abogamos, clamamos, para que pare. Para ello utilizamos todos los medios que está a nuestro alcance. Las fuerzas coercitivas del estado han admitido en varias ocasiones que el fenómeno las arropa, que no tienen los medios efectivos para controlarla. Se han realizado desde los gobiernos diversos programas: “Tolerancia cero”, “Barrio seguro”, “Vivir Tranquilo”,  entre otros. Sin embargo, la violencia campea por las casas, por las calles, por los pueblos, por los campos, por las ciudades, y por todo el país.
La raíz de la violencia humana hay que buscarla en los procesos de evolución de los individuos, en su cultura, en el manejo de la tecnología, en la evolución del pensamiento, del poder; en los afanes de gloria y de grandeza. Hay que buscarla en las hegemonías subyugantes, en la pobreza material y espiritual. En fin, en muchos lugares.
Quizá no se pueda solo hablar de la raíz  de la violencia de manera singular, sino en las raíces porque son tantos los orígenes que se pierden en la configuración de cualquier pensamiento, ya sea primitivo o civilizado. Precisamente, la génesis de las civilizaciones tienen como plataforma la violencia. Esta es una condición no solo sociocultural sino también que yace en la memoria genética de los individuos. Esta vez no nos referimos a la violencia animal, que en todas las especies del planeta está presente, cada cual defendiendo sus espacios y zonas de poder. Nos referimos a la violencia del individuo humano, el cual es capaz de trasgredir sus propios intereses, gozarse con ella misma como si se viviera en el estadio más primitivo de la convivencia.
El estado de demencia individual y colectiva arrastrado por las bajas pasiones, por las insatisfacciones, las desilusiones y la presión que infringe la post modernidad, se manifiesta en cada segundo, en los actos más insospechados.
Los nuevos manejos de las redes de información ha generado una nueva cultura que podría estar incidiendo en el avance de los actos de violencia, en la desintegración de los grupos familiares y otros núcleos sociales.
Ahora solo queremos referirnos a la comunicación interactiva en los medios radiales. Todos advertimos el auge de este tipo de actividad. Ya existen estaciones radiales completamente interactivas, donde el locutor o locutores y los miembros de la comunidad tratan todos los temas, las problemáticas sociales, políticas y humanas de las individualidades y colectivos.
La radio dominicana, tanto en la capital como en diversas provincias han encontrado un medio de expresión, de comunicación de los problemas y conflictos. Es como si fuera una válvula de escape y funcionara como descargas de impotencia, rabia y disconformidad. Ha dado la oportunidad de que personas y sectores que no tenían voz puedan levantarla y expresar sus ideas en favor y en contra según el caso.
Hay que agregar que si lo anteriormente expresado es importante y es un logro de las luchas democráticas de los pueblos, también debe decirse que el discurso oral ha bajado considerablemente el buen decir del idioma, ha incrementado la violencia desde el micrófono y se ha utilizado como marco de manipulación de las ideas a sectores que no tienen discursos estructurados.
Quizá los más grave no sea lo que se ha expresado anteriormente, sino que muchos comunicadores que hacen radio interactiva manejan muy mal el idioma y peor aún no se preocupan por aprenderlo. El tono verbal es emitido con cargas de manipulación ideológicas, ausente de éticas y vestido de violencia , lo que impacta en los oyentes. Es común escuchar locutores de mucha trayectoria con palabra soeces, maledicentes e iracundas cuando expresan sus ideas, creyendo que esa es una forma muy buena de hacer prevalecer sus argumentos. En eso se equivocan, el pueblo y sobre todo aquel que no ha tenido o se la ha negado la oportunidad de la escolarización sabe cuándo un comunicador está utilizando palabras que en el contexto lingüístico en que nos desenvolvemos no resultan “adecuadas”, por decirlo de alguna manera.
Muchos interactivos radiales deben hacer una profunda reflexión para que a través del medio no se estimule la violencia y se puedan auspiciar espacios para crear y consolidar nuevas éticas.
   

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