28 mayo 2011

¡Oh, Dios! ¿A dónde se llevaron el crepúsculo?

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Por Virgilio López Azuán, Candidato a Ph.D.
Como decano de investigación de una universidad y como profesor universitario por tantos años, siempre he estado en contacto, ya sea promoviendo, asesorando, y realizando investigaciones científicas.  He asesorados más de 200 tesis y monografías, ya sean de grado y de post grado, he realizado investigaciones para ensayos literarios, sociológicos y hasta históricos.  Les confieso que me he encontrado con verdades que nunca las imaginé, se me han roto paradigmas mentales y muchas ideas que habían estado en altares privilegiados en mi razón se han ido a la porqueriza. Eso es algo muy importante en nosotros los investigadores, uno siente esa sensación de hallazgo de algo nuevo y en nuestro interior bulle la satisfacción y el placer por los nuevos conocimientos.
Ahora bien, uno de vez en cuando sufre caídas graves, graves caídas, al derecho y al revés, porque como quiera uno se da bien duro. Pongan atención a lo que les contaré: Se me ocurrió hacer una entrevista con una solo pregunta. La población era estudiantes de término de licenciatura en diversas áreas: Educación, Derecho, Contabilidad, Administración, Bioanálisis, entre otras. El total de estudiantes entrevistados fue 441, en Azua, Barahona y San Juan de la Maguana. La pregunta formulada fue la siguiente: ¿Qué es un crepúsculo? Los resultados fueron los siguientes: De 441 personas entrevistadas, 440 no tenían ni la menor idea de lo que era un crepúsculo y sólo una dijo que era “cuando el sol se acostaba”, lógicamente reduciendo a lo más mínimo el significado.
Al ver estos resultados, solo se me ocurrió ponerme las manos en la cabeza, exclamar ¡Oh, Dios! ¿A dónde se llevaron el crepúsculo?
Aunque la palabra crepúsculo era utilizada mucho más en el lenguaje poético de los románticos, cuando describían la belleza del cielo al amanecer y al atardecer,  o en sentido figurado cuando algo está llegando a su final, la misma podría haberse mantenido en el pensamiento colectivo de la gente, pues ¿quién no se ha admirado al ver la belleza del cielo al amanecer y al atardecer? ¿No se atrevería uno/a en preguntar cómo se llama ese fenómeno estelar? ¿Esta belleza ya no sorprende a los seres humanos? ¿Es que nuestros ojos ya no miran los cielos?
La verdad es que después de conocer estos resultados quedé en estado de shock, como las anteriores miles preguntas me seguían fluyendo, sobre la situación de la educación, sobre el desarrollo humano, sobre la sensibilidad, la capacidad de pensar y sentir, las emociones, el humanismo, la poética, la estética, etc., etc.  Confieso que tuve más de un mes sin producir un verso. Estaba sencillamente bloqueado. Entre tantas me hice esta pregunta: ¿Si no conocemos el concepto de crepúsculo, cómo podríamos entender y sentir estos versos?: “Como cada mes/ las lunas rojas de tus crepúsculos/ tienden su luz sobre tu cuerpo”. Parece que versos como esos estarían reducidos a privilegiados del saber  y la sensibilidad. Yo espero que no, aunque haciendo abstracciones conceptuales se puedan, además de entender sentir.
Ahora estoy en una disyuntiva, si me preocupo más por la educación que por la poesía. O si continúo escribiendo poemas llevando en el hondón de mí algunas dudas razonables sobre si en verdad este oficio sirve para algo.

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