21 julio 2010

SALTAN PECES



Saltan peces a las manos, kilómetros de cielo señalan las hambres y los pescadores. Saltan peces como locos, con gramos de escamas y centellas, con faros y olas de altas horas. Cuántas aguas debajo de la barca, cuántas chispas, cuántas aguas. Cuánta luz de las manos son lanzadas. Salta el cielo y salta el mar a la barca, tempestad presentada, algas en sigilo, apurada la tarde, desesperada. Saltan voces a la barca, dormidos los ojos, aguas atormentadas. Planos de abismos verdes, daga ardiente en la muerte derramada. Saltan peces por los puntos cardinales, espirales de sueños, manos crispadas en la tormenta que viento hala. Salta el viento a la barca, llevando los vicios del alma, las paredes rosadas de un sueño en la playa. Saltan peces y más peces a la barca, rojos crepúsculos llaman, con nubes marcadas, colores sin nombre en la encarnadura de cuerpos nuevos. Saltan peces a la barca, a todas las barcas que calman tempestades en la revuelta ceniza de la noche, en el sueño del fuego que fue ceniza en los destellos. Saltan peces a las casas, a las puertas y a los aleros, a la boca de los blasfemos, mordidos de mentiras en la playa. Una vez más el milagro, del sueño primigenio saltan peces a la memoria, nos traen sus escamas y sus papiros, nos traen el Mar Muerto con aletas de gloria. Cuando todo está perdido, la locura confundida en sobre el mar y sus marejadas, sobre la barca enmarañada, sin que el aparezca el horizonte..., entonces, saltan peces a la barca, levantan el cuerpo dormido, y luego la calma.

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