Mis casitas de campo, de madera y sol, cuando llora el cielo las nubes hablan de amor. La yerba huele al sexo de la tierra, para inundar los sentidos, la vida con cáscara de Dios. Mis casitas de campo llenas de rocío, de las hojas verdes, del café que cuela la abuela… Mis casitas pobres, podridas de años, de olvidos, de polvo y alambres. ¿Quién entrará por tus puertas abiertas?, a pelar el maíz verde de mis sueños, a tomar agua de las tinajas... ¡Ay, mis casitas de campo! Por qué se mueren tus huellas, las flores eternas de tu amor. Mis casitas de campo, con sus caminos y polvaredas, sus llantos se vuelven, con sus empalizadas y sus maneras de besar el día con la cruz de Dios.
2 comentarios:
Que hermoso, cuanta belleza nacida del corazón.
Cuanto amor al terruño.
Esta es la verdadera identidad con el pueblo, con su gente.
Gracias José Enrique.
Publicar un comentario