05 agosto 2009


Yo no quiero tanto ruido
Por Virgilio López Azuán

Yo quiero salir hoy y defender el silencio de mi ciudad, aquí es donde yo vivo y he escrito centenares de poemas y quiero seguir haciéndolo. Aquí trabajo, está mi familia y nadie me va a sacar nunca de Azua, de aquí yo no me voy nunca. Si tengo pelear, pelearé. Ya lo he hecho en diferentes ocasiones, como aquella noche de luna estando preso en la cárcel de Azua por una huelga estudiantil, mi gran amigo y compadre el poeta Otto Oscar Milanese y yo, en medio de una madrugada que mordía, decidimos hincar muchas peleas y denunciar las cosas a nuestra manera. Fue en la cárcel que surgieron las primeras ideas de fundar el Círculo de Estudios Literario Azuano –CIELA-. Lo haríamos con arte, con poesía, porque era tan peligroso en esos tiempos decir las cosas y queríamos que no nos maten como lo habían hecho con otras personas en nuestro querido país.
Sí, ahí está Otto Milanese que está de regreso en Azua después de vivir más de 20 años en New York. El sabe que una de esas noches cuando la luna se filtraba por los barrotes de la cárcel, cantamos a todo pulmón la canción de entonces “Llámame a Cuba”, llamando la atención de los celadores de la cárcel.
Recuerdo el silencio de esa cárcel, como otras veces que estuve preso por las ideas y por injusticias. Recuerdo el silencio del cuartel en Padre Las Casas, cuando nos encarcelaron porque el grupo de poesía coreada de Pueblo Viejo, el cual dirigía el Profesor Benjamín Caminero, mandamos a sacar a los yanquis de Quisqueya y una patrulla de guardias nos echó mano. Yo a penas tenía 14 años y estaba presente con una delegación de judo al mando del querido y recordado maestro Ángel Liviano. Si, recuerdo que en medio de ese silencio se cuajaron las ideas más hermosas de libertad que he atesorado por toda la vida. Con un silencio así se podría escuchar la voz de Dios algún día. Por eso quiero defenderlo.
En mi pueblo hay mucho ruido, demasiado ruido; tanto, tanto ruido, como dice la canción. Los colmadones, los bares en vía pública, los vehículos, los motores, las altavoces, la radio en las unidades de ASODEMA, los talleres de mecánica, y más, mucho más.
Quiero levantar la voz y decir que a los agentes de AMET parece que no les importa el ruido, que me tienen jodido parándome en la vía para nada, para molestar, los mismos jodones que me han pedido mil veces los papeles de mi auto y mil veces se los he dado, sabiendo que están correctos. Esos mismos les explota el oído el sonido del muffler de un motor y no hacen nada. Esos mismos que se apiñan en una sola esquina, mientras los niños de las escuelas corren el riesgo de ser estropeados porque no aparece uno ni en película. Esos mismos que ven pasar el motorista y solo se fijan en que no lleva el casco protector y no le exige silenciador.
Estoy harto del ruido, quiero abogar por el silencio. Nadie podrá nunca producir bajo el efecto del ruido, nadie sale salvo cuando te bombardean 1800 decibeles y tu oído apenas tolera unos 200 como mucho, para conservar una buena salud física y emocional. Física, porque los estudios han determinado, que aunque no es la una causa, el ruido puede provocar enfermedades crónicas como la sordera y desequilibrios hormonales, dando pie, por ejemplo a la diabetes, una de las enfermedades más comunes en el azuano últimamente. Y emocional, porque sabrá Dios cuantos locos andan sueltos.
Quiero defender el silencio, porque en mi barrio cerca del río hay tanto ruido, que los ratones se asustan y viajan por las amplias avenidas de los cableados eléctricos y telefónicos, haciendo competencias de carreras. Y yo los veo, y el barrio los ve, y a Daya le da un ataque de pánico y se hace guardia para espantarlos.
Se han incrementado las alimañas en las casas, salen los alacranes los cien pies, las cucarachas, las hormigas, por tanto ruido. No nos sorprendamos si el pueblo de Azua amanece inundado de cangrejos por el ruido, que poco a poco llegará a la playa y con esos “bocinones”, los camgrejos creerán que está tronando y se pasearan por la Duarte, llegaran al parque y protestarán en fiscalía, en la gobernación y medio ambiente para que se acabe el ruido que no los dejan vivir tranquilos en la playa.

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