20 agosto 2009

NEUROPLASTICIDA

Al Poeta Virgilio López Azuán.

Por:

Abraham MENDEZ-VARGAS.

La voz perpetua como un pensamiento antiquísimo está escondida como la leche oculta bajo la lengua de una mujer hermosísima, y el informalismo con su toque de ángel desprevenido la hizo brotar como a miel de abejas del panal. Entonces surgió sobre la piedra abraxas el hombre araña añorante, dejando en mi cuello de soñador el talismán de su metapoesía.

José Enrique es el alma de Dios que habita en los tiempos remotos que nos cobijan los sueños, porque siente que desde el fondo de la tierra sangre aborigen exige no sólo la justicia de la flor de níspero disperso de su agonía crística, sino que también sus ritos y tongoneos de fieros acadios quieren decirnos el color de sus sueños de flor de culo de bruja azul celeste.

Quiero cada día de mis sueños aprehender sus emociones metapoéticas, de la misma maneras que hago muecas durmiendo buscando la teoría del signo de Céspedes, pero son cielos quizás muy altos para mi, y en mi interior digo, son una forma futura, o presente, de un informalismo menos instintivo.

No sé si está bien haberlo sentido así. Sepan que no lo he pensado. Tan sólo he presentido el temblor interior menstruante de esa estatua que nos ama a todos, al tocarla con la mano, oh, Afrodita; ¿vives aun?

Barahona, R.D.;
20 de agosto, 2009

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