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05 julio 2023
El discurso de la educación del futuro
Por Virgilio López Azuán
Existe una tensión entre vivir juntos
y el individualismo posmoderno. El discurso de la educación del presente y del
futuro, favorecen el estrechamiento de vínculos entre humanos. Desde todas las
latitudes del pensamiento se insta a una educación donde el resultado sea que
el estudiante adquiera las competencias requeridas para su desarrollo personal
y social, creando una cultura de relaciones, facilitadora de un modus vivendi en sociedades de paz y
progreso. Los vínculos creados entre individuos y colectivos deben ser
sustentados en valores, principios y reglas de igualdad, equidad, justicia y
respeto, entre unos y otros. Esa versión idealizada ha estado presente durante
mucho tiempo y sigue teniendo vigencia en los diversos planteamientos
filosóficos de la educación. Se desea que esa aspiración esté presente en cada
docente o administrador del sistema. Que en cada aula se exprese en los actos
de aprendizajes y se refleje como valor educacional en las sociedades.
Elementos
de la educación estuvieron basados en relatos de historias que muchos son hoy
considerados arcaicos, aunque algunos principios educativos clásicos, poseen
vigencia en el mundo actual. El relato científico pasó a superar el mítico,
mágico, religioso y hasta el filosófico. Los avances de las “civilizaciones”
humanas permitieron la creación de nuevos relatos. Antiguamente, no existía la
educación con el carácter formal de hoy. Eran reuniones en familia o encuentros
con maestros de sabidurías —incluyendo las herméticas—, las visitas de los pedantes,
las orientaciones de filósofos y poetas, y los adoctrinamientos emanados de
reinos y estados. Edgar Morín (1921- ?) sugiere en su texto “Los siete saberes
necesarios para la educación del futuro”, crear una nueva educación: la que
cure la ceguera del conocimiento, la garantía de un conocimiento pertinente, el
estudio de la condición humana, la identidad terrenal, enfrentar las
incertidumbres, la necesidad de comprensión y la ética en el género humano.
Basar la educación en torno al mundo y el manejo de sus complejidades. Cada una
de estas propuestas tiene un amplio campo teórico, y a la vez, un inventario de
las necesidades educacionales de este tiempo.
Lo
mismo que Morín, otros sociólogos, educadores y filósofos, plantean que el
sistema educativo acelere sus procesos de cambios. La velocidad con que se
desarrollan las nuevas tecnologías es superior a la velocidad de las
transformaciones en el campo educativo. Muchos procesos, métodos y técnicas
están pasando a la obsolescencia con una rapidez pasmosa. Los nuevos problemas
generados en las sociedades humanas, ligados a los heredados, encienden la voz
de alarma a los gobiernos, gestores, administradores y educadores ante la
avalancha de los desafíos generados por las necesidades humanas del presente.
Entre
los temas presentados para enfrentar algunos de los desafíos están: una
educación enfocada en la persona, generación de nuevas éticas, una educación
para el presente, democratización de los saberes, inclusión, contaminación,
medio ambiente, tecnología, economía, cambios climáticos, salud, pobreza,
concentración de riquezas, desigualdad social y económica, y el futuro de la
humanidad y el planeta.
Las preocupaciones del presente
Líderes y lideresas mundiales cada
día expresan su preocupación por los resultados del desarrollo desaforado de
las inteligencias artificiales (IA). Actualmente, la falta de regulación y el
desenfreno del ego humano en el desarrollo de las tecnologías, empujan a la
búsqueda de verdades más allá del mundo físico, químico, biológico y
matemático, que ha conocido la ciencia hasta el siglo XX. Múltiples
posibilidades de acceder a conocimientos que en el pasado podrían considerarse
sobrenaturales, hoy la ciencia devela sus cortinas. El acceso a otras
realidades, redimensionan, anulan o sustituyen identidades construidas a raíz
de la ciencia, la filosofía, las artes, las religiones y la cultura en sentido
general. Puertas de acceso a los palacios de las incertidumbres se han abierto
de par en par. La corriente liberal o el liberalismo, en plena evolución y
deformación, asaltó el pensamiento de los humanos, principalmente de Occidente,
y adaptado en el Oriente en ciertos postulados.
Las
desigualdades siguen creciendo a velocidades geométricas, aunque del pastel, se
trata de compartir pequeñas dosis que sustenten a mayorías irredentas. Los que
trazan las políticas de orden mundial, protegen sus economías, negocios y
territorios. La concentración de las riquezas individuales y de corporaciones,
no es a escala territorial, sectorial o regional, es global. Culturas de
relaciones económicas, tecnológicas y políticas, se encuentran y desencuentran,
en la lucha por los espacios de poder. No solo por el poder del presente, sino
del futuro. ¿Cuáles serían los próximos escenarios del mundo en las siguientes
centurias? ¿Hasta dónde podremos sostener, el estado de la actual humanidad,
del planeta? ¿Qué respuestas educativas se tienen para enfrentar los desafíos?
Esas deben ser preocupaciones presentes en el pensamiento del mundo de hoy. Pensadores como Edgar Morín (1921- ?), Zygmunt Bauman (1925-2017?), Gilles Lipovetsky (1944), Jean- François Lyotard (1924-1998) Gianni Vattimo (1936- ?), Alain Finkielkraut (1949-?), entre otros, han entendido sobre la búsqueda de una nueva filosofía para la educación, ante el impacto del pensamiento y actitudes posmodernas y las crisis humanas en torno de la verdad, la justicia y las reinventadas ideas políticas y económicas.
La
educación: crear significados para la vida
A pesar del desarrollo actual, pareciera que la vida viene perdiendo significados. Ante un individuo con hondas crisis existenciales, que busca soluciones en el mundo de las “verdades naturales”, quizá para utilizar un concepto de las ideas de Tomás de Aquino (1225-1274), pero con las tendencias al descarte de las “verdades sobrenaturales”, o verdades desconocidas, como pensaba el presbítero, que eran emanadas de Dios, queriendo vincular la filosofía aristotélica con el cristianismo. En la teoría de la obtención de la verdad última no era posible, como sostienen otros, porque no había acceso a ellas por el limitado conocimiento que se disponía de las cosas.
La
educación debe plantear más alternativas a las soluciones de problemas del
individuo humano en su relación consigo mismo, el colectivo y la naturaleza.
Está demostrado que la razón es una capacidad desarrollada por el cerebro,
donde se accede a la interpretación, representación, análisis y encuentro con
realidades y verdades. Presentar con métodos lógicos de ciencia las maneras en
que el individuo accede a los conocimientos, creando series de valores,
principios, aptitudes y actitudes para darle significados a la vida. La
filosofía de la educación estaría vigilante, analizando la naturaleza de los
aprendizajes y el propósito que la mueve. Debe cuestionar las maneras en que se
transmiten los conocimientos; sobre todo, abordar en dimensiones científicas
los fundamentos en la construcción de los contenidos de una cultura que
propicie significados a la vida.
Los escenarios creados para una educación del futuro deben estar sustentados en los legados de las civilizaciones, en la desconstrucción, construcción y disrupción de éticas, adaptándolas a los nuevos tiempos y al porvenir. No es suficiente la planificación de la educación solo para este tiempo, porque si no es proyectiva, el desfase en los conocimientos y desarrollo a escala humana y planetaria se pondría de manifiesto.
Vivir
juntos
La manera de vivir juntos entre humanos debe siempre ser un tema dinámico y sostenido en los análisis y ponderaciones del desarrollo educativo. Plantea desafíos de diferentes naturalezas. El diálogo siempre será un recurso en la resolución de los conflictos. El aumento demográfico de forma acelerada, en un espacio limitado como el que dispone la Tierra, indica la necesidad de establecer puntos de encuentros y agendas comunes en el rescate, preservación y restauración de la vida en el planeta. La educación, como ciencia social, posee los métodos y estrategias necesarias para iniciar los procesos de cambios. La manera de vivir juntos determina la creación de nuevas formas de vínculos y de culturas que bien pudieran ayudar en la convivencia, generando espacios para la paz y el bienestar, en armonía con el medio.
Hay
una realidad, que ha sido recurrente en toda la historia de la evolución
humana. Nos referimos al fenómeno migratorio. Oleadas humanas van de un lugar a
otro, en su lucha por conquistar espacios vitales contra la pobreza, la
marginación, la exclusión, el autoritarismo y la explotación.
Los
sistemas económicos, políticos y sociales —aunque con grandes conquistas,
comparados con formas de vidas del pasado—, están llevando al colapso a
importantes mayorías, las cuales, los mismos sustentantes de esos sistemas, le
han forjado expectativas que resultan utópicas en el contexto posmoderno. Han
establecido modelos alternativos para sostener un liberalismo con evidente
desproporción en cuanto a la distribución de las riquezas.
La frontera entre países es visto
ahora, con más interés que antes, como una respuesta a los desplazamientos. Se
han generado políticas y acciones concretas en diversas naciones para detener
el flujo migratorio, porque cada día el fenómeno va en constante aumento.
Muchas acciones del pasado, de estaciones de dominio, produjeron sistemas de
explotación y naciones fueron llevadas al ostracismo. Las migraciones es uno de
los resultados de esos sistemas de explotación.
Retomando el concepto de los
escenarios futuristas de la humanidad, sus planteamientos, análisis, discusiones
y conclusiones, sugieren que la agenda no debe ser solo local, sino global. En
ese sentido, ha habido importantes esfuerzos en Occidente desde la OEA y la ONU
para concertar voluntades de los países miembros en procura de un pliego de
soluciones. Algunos avances se han verificado, aunque no tan significativos
como demandan los tiempos, porque la demagogia y la falta de cumplimiento, han
estado presentes.
La naturaleza cobra los desmanes
que le propinan. El cambio climático y con él el calentamiento global, la
pérdida de la biomasa terrestre, las sequías e inundaciones surten sus efectos.
La tierra a lo largo de su evolución ha pasado por etapas mucho más críticas,
pero no existían las poblaciones humanas de hoy.
Respuestas ante los desafíos
En una sociedad donde los procesos de
desarrollo se aceleran, se multiplican las demandas de servicios, la calidad se
convierte en un factor de importancia en materia de mercado y de consumo; las
tecnologías abren nuevas formas de abordajes de la existencia humana y los
factores económicos determinan gran parte de las acciones; las inteligencias
artificiales entran a los escenarios que antes eran ocupados por humanos y la
sustitución o eliminación de normas morales y éticas, son indicadores, de una sociedad
que debe ser diligente para la solución de problemas vitales. El derrumbamiento
de principios religiosos, políticos y filosóficos inducen a pensar en reformas
radicales de los sistemas educativos, desafiar y crear paradigmas para
adaptarlos a la realidad actual, pensando, en su impacto futurista.